jueves, 14 de junio de 2007

A TISTÓN


Bajo un sombrero de gamuza estampada, ella va ocultando sus pensamientos, y aprisa dirige sus pasos hasta su hogar. En el camino y con cada pisada va matando sospechas, a veces siente que ya ha muerto, tal vez más de una vez, rodeada de hojas secas y cúmulos grises en cielos abriles. Detenidamente va escudriñando, uno a uno, los adioses envueltos en sentimientos eternos, y con la vista baja y sus pupilas hechas de ocasos en solitario, busca su rumbo a casa (tal vez hacia sí misma). Se arropa el cuello con angora, para evitar que se escarche del abandono de suspiros cálidos que antes le calmaba el frio. Hay tardes en las que admite que no ha olvidado, tardes en las que comienza a besar el recuerdo de alguna vida pasada, una vida en la que la ausencia agonizaba entre los brazos de su amado, cierra los ojos y extiende su brazo en busca de aquella mano compañera, pero sus dedos solo se entrelazan con el aire congelado. La interrogante se afila en su venas ¿se acabará el amor sólo porque no le vea? Y siente como un sauce llorón va naciendo en su pecho.

Pero continúa su camino a casa, la misma que la acoge cuando los segundos caen lentos y húmedos, acompasados de rugientes soplidos en las noches tormentosas, mientras el romper de las olas que azotan la arena no le dejan conciliar el sueño, torturándole de paso los pensamientos. Abrazada en abandono permanece, única habitante de la Casa Gatico, donde antaño se hospedaban sueños de extrañas fronteras, y sin perderse una puesta de sol, espera a quien venga por ella, a llenar la ausencia del color, quien le ayude a quitar los recuerdos que deambulan convertidos en sombras. Hasta entonces, va tejiendo esperanzas por cada rincón de su casa, todas las noches esparce un puñado de polvo lunar como ritual sagrado en su alcoba, intenta rasgar las tinieblas en busca de su mirada y de reojo contempla a través de su ventana el anhelo insatisfecho de encontrar una silueta compañera que este a su lado en cada ocaso… y en su propio ocaso, puede ser?

domingo, 3 de junio de 2007

ULTIMAMENTE

Últimamente la muerte me anda rondando, la semana pasada supe que un compañero del programa de estudios al que pertenezco había muerto, a pesar que pocas veces intercambié palabras con él, no dejó de conmoverme la situación que rodeo su muerte (falleció sentado en su sillón, solo, un día viernes por la noche, sin causa de muerte y recién lo encontraron a los días después). Luego el día domingo recién pasado, estaba vagando en internet cuando suena el teléfono y me dan la noticia que mi tio Hervin, hermano de mi madre, había fallecido. Y este viernes supe que la señora Jovita, de quien estuve a cargo cuando trabaje por primera vez (en una joyería cuando tenia …14 años aprox) y de la cual me marca el recuerdo de haber puesto públicamente las manos al fuego por mi, también había tomado el mismo rumbo que mi compañero y mi tio.

Si bien con algunas de estas personas me unen mayores lazos que con otras, no son personas cuya muerte halla calado tan hondo en mi corazón, les aprecie, me apenaron sus partidas y me conmovieron, pero nunca tanto como para haberme dolido tan sentidamente, como imagino ha de ser el dolor de perder a alguien querido y muy cercano, como un padre, una madre, un hermano, o a quienes considero que realmente ocupan un sitial profundo y amplio en mi corazón. Lo cierto es que varias veces he pensado “¿que pasaría conmigo si algún día falleciera alguien realmente cercano a mi?” y la respuesta no la conozco, lo mas cercano de perder un ser querido fue hace 4 o 5 años, cuando mi padre tuvo problemas en su corazón y fue a dar a la UCI (unidad de cuidado intensivo), esa vez recuerdo que trate de hacerme la fuerte, sobre todo para darle apoyo a mi madre, sin embargo en una de las visitas que le hice a mi padre a la UCI no aguante mas y me fui al baño donde me desplomé y desahogué en llanto (como si hubiese tenido todo ahí dentro del pecho contenido). De esa experiencia he logrado imaginar (tal vez en muy pequeña parte) el dolor que se debe sentir por la ausencia de alguna persona amada, y sin embargo pese a que tengo Fe que la muerte son los boletos para otra vida, se que por mi naturaleza humana no podré dejar de dolerme por la muerte de mis amados. El punto es….(y a lo que le tengo miedo)…¿será el dolor mas fuerte que mi Fuerza para soportarlo? …Confío que si!

Mientras estaba en el velorio de mi tío (hace tiempo que no iba a uno tan “a la antigua”) no podía dejar de pensar en la muerte. Me acerque al ataúd y lo mire detenidamente por un buen rato, queriendo encontrar un rastro de vida o alguna respuesta a todas las interrogantes que comenzaban a invadirme. Pero no, su rostro era pálido, ya no circulaba sangre en sus venas, sus ojos estaban cerrados y yacía helado dentro de un ataúd de árbol muerto, adornado por flores, vividas en apariencia pero tan sin vida como él. ¿Dónde estaba mi tío? ¿su vida seguía existiendo en algún lugar? ¿o tal vez su existencia seguía viviendo en algún sitio? Entonces fue cuando me enrede.

Últimamente la muerte me anda rondando, exteriormente, celularmente, hasta el día en que tome posesión completa de mi cuerpo.