DEL LIBRO: "MI HERMANA, LA MARY"

El otro día en una fracción de segundos me vino a la mente la vez que con mis tres hermanos fuimos de “patoaventura” en busca del río Itata. Tal vez para ellos no haya significado mucho, pero para mi si, coincidíamos en el campo un verano hace aproximadamente 16 años (ay caramba que vieja que toy) y nos pusimos como objetivo encontrar dicho río, para ello tuvimos que preguntar a algunos lugareños además de seguir pistas como el tamaño de las piedras y la atención que prestábamos al sonido que pudiese hacer el río.

Finalmente llegamos, el rio en si no era profundo (en algunos lugares si) y habian muchas piedras, unas muy grandes y en forma de asiento donde decidimos colocar nuestras pertenencias (zapatos, sandalias, algunas monedas, dulces y MI RELOJ COLORADO MUSICAL). Mientras mis hermanos hombres se adelantaron para saber si realmente lo podríamos cruzar, mi hermana “mary” y yo nos quedamos al ladito de la piedra, de pronto a ella se le ocurre pararse sobre la gran piedra y de alguna extraña forma perdio el equilibrio cayendo sentada sobre la piedra y echando a volar la mayor parte de las cosas que en ésta habíamos puesto, entre ellas mi preciadísimo reloj musical. Fue una gran perdida y por más que el “vichongo” salío a buscarlo en el río, no lo pudo hallar (por suerte halló mis sandalias, que si no, me hubiera tocado irme “a pata pela pa la casa”).

Bueno, justamente el día en que recordé esto, estaba junto a mi hermana paseando por un lugar llamado “chauquén”, estábamos entusiasmadas a subir a uno de estos triciclos acuáticos para poder llegar al islote que se ve en la foto. Asi que fuimos, arrendamos uno, y emprendimos el pedaleo. En el trayecto le iba sacando fotos a mi hermana (que siempre es muy “posera” y le encantan las fotos) y también al paisaje, que era bastante lindo. Una vez que llegamos al islote, ella quizo bajarse para que yo le tomara una “ultima foto” (como si me lo estuviera profetizando). Luego me pidió tomarme una foto a mi, a lo cual reacia le acepte (como si ya tuviera el presentimiento), al instante estire mi mano con la cámara fotográfica hacia ella y ella hizo lo mismo para recibirla. No se si se había echado jabón en las manos pero al recibirla, la cámara resbaló hasta llegar al agua, nado por unos segundos hasta que ella misma la rescató. Como es tan nerviosa (o por lo menos lo expresa mucho más que yo) y necesitaba secar la camarita se saco la falda que traía puesta (o como diría el jachechucho: “se le veían todo los colocolinos”). Yo reaccioné tranquilamente (esta es una de las cosas que me diferencia a mi de mi hermana, mientras ella me hubiese regañado, yo solo le dije que no se preocupara).

Y así pedaleamos de vuelta, ella preocupada y yo intentando despreocuparla, mientras en mi mente como un dejavu venia a mi memoria lo vivido hace 16 años, intentando explicarme lo sucedido y atribuyendo la culpabilidad a alguna alineación astrológica negativa, los ciclos de la vida o simplemente el biorritmo de “mi hermana, la Mary”